¿Y si la Atlántida realmente existió? Nuevos indicios desconciertan a los expertos

30 octubre 2025

¿Ha existido realmente la Atlántida o es solo un magnífico truco de Platón para mantenernos soñando con civilizaciones perdidas y océanos misteriosos? La historia vuelve a la carga con nuevos indicios que hacen tambalear incluso las certezas de los expertos más serios (y de paso, alimentan el sueño de aventureros y amantes del mito).

El origen del mito: filósofos, dioses y catástrofes

Gran parte de los exploradores, al estilo del capitán Nemo de Julio Verne, sueñan con poner rumbo a la Atlántida, esa ciudad que, según la leyenda, fue tragada por un maremoto en las profundidades del Atlántico hace unos 9.000 años antes de nuestra era. Pero, ¿cómo surgió esta fascinante historia?

Nos remontamos al siglo IV a.C., cuando Platón decide dar vida al mito en dos de sus últimos diálogos. Según cuenta, la historia de la Atlántida, de unos nueve mil años de antigüedad, fue transmitida oralmente por un viejo sacerdote egipcio al famoso legislador ateniense Solón hacia el 590 a.C. De regreso en Atenas, Solón relató el episodio a Critias, discípulo de Sócrates y tío materno del propio Platón, estableciendo así una línea de transmisión digna de una telenovela filosófica.

En el diálogo Critias, Platón narra el mito de la Atlántida en medio de una charla con Sócrates, aunque lo deja –como todo buen novelista en busca de una segunda parte– ¡en mitad de una frase inacabada! Por suerte, ya había resumido la clave en el Timeo: en solo un día y una noche terrorífica, todos los combatientes y la isla misma fueron tragados por la tierra y desaparecieron bajo el mar. Un final repentino y trágico, capaz de dejar a cualquiera sin aliento (o como mínimo, sin isla).

Una isla gigante, dioses enfadados y humanos no tan perfectos

Platón describe una isla de tamaño continental, situada en el Atlántico, justo en el límite del universo conocido por los griegos. En el reparto del mundo, la isla fue entregada al mismísimo dios del mar, Poseidón. Los atlantes, siempre ambiciosos, intentaron dominar las aguas del Mediterráneo, pero los atenienses lograron rechazar su ofensiva, garantizando un poco de justicia poética –aunque no por mucho tiempo.

En torno al 9600 a.C., una serie de cataclismos destrozaron la isla: terremotos, inundaciones y, en palabras de Platón, «en el espacio de un solo día y una sola noche funestos, todos los combatientes fueron tragados de golpe por la tierra, y la isla Atlántida se hundió en el mar y desapareció de igual modo». Por eso todavía hoy, según Platón, esa parte del mar es impracticable e inexplorable, repleta de bajíos fangosos producto del hundimiento atlante. Si buscas playa, mejor el Mediterráneo.

Pero este desastre natural tuvo origen divino: fue obra de Zeus, enfadado por el nivel de depravación al que había llegado una civilización que, al principio, era excelente. Para hacerles reflexionar y devolverles la moderación, Zeus decidió castigar así a los atlantes. ¿La causa de la decadencia? Pues resulta que descendían de un dios, Poseidón, y de una mortal, Clito, y la parte humana acabó imponiéndose: ambición, corrupción y materialismo los llevaron a la ruina. Moraleja: mezcla genética sí, pero con moderación.

¿Una historia real o pura metáfora?

Platón no titubea y, poniendo palabras en boca de Sócrates en el Timeo, presenta su relato como «una historia verdadera, no una ficción fabricada». Pero, como sucede con los grandes cuentos, esta afirmación abre de par en par todas las puertas de la imaginación.

Muchos helenistas y expertos en arqueología consideran el diálogo platónico una alegoría política: sería la manera de demostrar el triunfo de la democracia sobre un sistema despótico. Sin embargo, eso nunca detuvo a soñadores y entusiastas que buscan, con mapa en mano, la ubicación de la famosa ciudad sumergida.

  • El término griego que usa Platón, «nesos», puede significar cinco cosas distintas: isla, promontorio, península, costa o tierra rodeada de lagos o ríos. Si después de esto aún puedes elegir un destino de vacaciones, eres todo un campeón.
  • Las columnas de Hércules corresponden con el actual estrecho de Gibraltar, pero la Atlántida ha sido imaginada en lugares tan dispares como las Canarias, Madeira, Santorini, las Bahamas o las Azores.
  • El explorador Percy Fawcett afirmó haberla hallado en plena Amazonia, en un sitio llamado “Punto Z”. El novelista Pierre Benoit la colocó nada menos que en el desierto del Sahara.

Del mito a la utopía (o cómo Platón sigue influyendo en nuestra forma de soñar)

La Atlántida, al margen de ser una fabulosa ciudad perdida, nació como modelo ideológico: sirvió de inspiración para la Utopía (1516), la obra en que Tomás Moro imagina una isla donde la justicia social garantiza la felicidad de sus habitantes.

Quizás nunca encontremos restos arqueológicos del mítico continente, pero la Atlántida sigue navegando en nuestro imaginario colectivo, recordándonos que incluso bajo toneladas de agua (y de dudas científicas), una buena historia nunca se hunde del todo. ¿El consejo? Siempre hay océanos de misterio listos para ser explorados. Solo ten cuidado por si Zeus anda de mal humor.

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