¡Hay historias que solo los dioses antiguos podrían contar! Pero en ausencia de Zeus, aquí estoy yo para desvelar los secretos perdidos de las 7 maravillas del mundo: esas construcciones tan fascinantes como misteriosas que llevan siglos haciendo soñar a viajeros, curiosos y amantes de lo espectacular. ¿Te imaginas recorrer las ruinas del pasado y descubrir qué las hizo únicas… y qué fue de ellas?
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¿Por qué siete? Un número tan perfecto como sus leyendas
En la época helenística, los autores griegos —auténticos influencers del mundo antiguo— se propusieron recopilar lo mejor de lo mejor entre las obras arquitectónicas y escultóricas de su tiempo. Y no, no elegían cualquier número: en la cultura helenística, el siete era símbolo de perfección. ¿La razón? Suma las cinco planetas que conocían entonces al Sol y la Luna, ¡et voilà! Tienes las pistas del primer ranking histórico.
Las 7 maravillas: entre la grandeza y el derrumbe
- La Gran Pirámide de Guiza: Empecemos fuerte. La única maravilla sobreviviente situada en el norte de Egipto, la necrópolis de Guiza, resiste desafiante el paso del tiempo. Su construcción, dedicada al faraón Keops, tomó unos 20 años y finalizó hacia el 2560 a.C. Con sus colosales 146,5 metros de altura, fue la estructura humana más alta del mundo hasta que en el siglo XIV la superó la catedral de Lincoln, Inglaterra. Así que si eres fan de lo grande y lo antiguo, esta pirámide aún puede tacharse de tu lista de viajes.
- Mausoleo de Halicarnaso: En la actual Turquía, Mausolo, gobernante del imperio persa, quiso darse el lujo de una ciudad nueva y espectacular para él y su esposa Artemisa en 350 a.C. Esta tumba monumental, de 46 metros de alto y 134 metros de perímetro, cayó en un terremoto en 1404. ¿Su legado? Solo el British Museum guarda información relevante, y ni una piedra quedó donde estaba.
- Coloso de Rodas: Una estatua monumental de 32 metros, homenaje en bronce y hierro al rey Helios, el Sol, erigida sobre una base de mármol cerca de 280 a.C., dominaba el puerto. Lástima: solo duró alrededor de 60 años entre los vientos salinos, un terremoto en 226 a.C. la tumbó para siempre. Hoy no queda ni rastro.
- Jardines Colgantes de Babilonia: Si alguna vez alguien construyó por amor, fue Nabucodonosor II, rey de Babilonia. Quiso alegrar a su esposa Amitis —nostálgica de las montañas— levantando en 600 a.C. unos jardines de 24 metros de altura en pleno terreno árido, con canales de agua y una vegetación para perderse. El misterio de su destino sigue siendo uno de los grandes enigmas: lo real es que los textos los sitúan entre las maravillas gracias a su carácter «monstruoso».
- Estatua de Zeus en Olimpia: Phidias, uno de los artistas clásicos más famosos, dio vida en 435 a.C. a un Zeus imperial sentado en un trono de madera de cerdo (así, literal), adornado de oro, ébano, marfil y piedras preciosas. Medía unos 12 metros y ocupaba un lugar de honor en el santuario de Olimpia, la cuna de los Juegos Olímpicos. Una auténtica joya divina borrada por el tiempo.
- Faro de Alejandría: Fundado por Alejandro Magno hacia el 331 a.C., el pretexto era formar «una luz en la oscuridad del mar» para marineros y barcos que llegaban a la isla de Faros, Egipto. El faro aguantó varios terremotos, pero los golpes no perdonan: sus ruinas sobrevivientes se desplomaron del todo en el siglo XV.
- Templo de Artemisa en Éfeso: En la ciudad portuaria griega de Éfeso (costa oeste de Turquía), el arquitecto cretense Chersifron y su hijo Metagenes diseñaron un impresionante templo decorado por artistas célebres y sostenido por 127 columnas de 18 metros cada una. Primero fue atacado y quemado por Heróstrato (¡buscando fama, para no variar!) dos siglos después de su inauguración, pero el golpe definitivo llegó en 401 d.C., cuando desapareció por completo.
El enigma de su desaparición (y lo poco que queda en pie)
La mayoría de estas maravillas compartieron un destino poco envidiable: terremotos demoledores, incendios espectaculares, destrucciones intencionadas e incluso el olvido de la historia. De todas, solo la Gran Pirámide de Guiza desafía al tiempo y a los turistas, haciéndonos sentir diminutos frente a su grandeza milenaria. Las otras, salvo alguna que otra piedra en museos, viven hoy solo en relatos y grabados.
Conclusión: memorias que inspiran, incluso entre ruinas
Así que, si alguna vez te preguntas por qué nos fascinan tanto las maravillas perdidas, recuerda: a veces basta una pirámide eternamente en pie y un puñado de leyendas para mantener viva la imaginación de la Humanidad. Y de paso, ¡inspírate para crear tu propia lista de maravillas (aunque solo sea una torre de lápices y una planta en tu ventana)!
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Carlos Tafur es periodista formado en la PUCP, con experiencia en redacciones digitales donde aprendió a ir siempre tras la noticia que impacta. En Diario Satélite, lidera contenidos de hot news, finanzas personales, tendencias virales y hechos insólitos. Su estilo directo y su olfato periodístico lo convierten en una voz clave para entender lo que está pasando ahora mismo, ya sea un escándalo político, un dato económico inesperado o una historia tan increíble como real.