Antes de dar el golpe final a esa araña que encuentras en el baño –sí, justo esa que te observa con sus ocho ojos inocentes–, respira hondo y piénsalo dos veces. Aunque la idea suene insólita, dejar vivir a las arañas en casa puede ser uno de los mayores favores que te hagas a ti mismo… y a tu ecosistema doméstico.
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El mito de la casa “a prueba de bichos”
A muchos nos gusta creer que nuestro hogar es como una fortaleza impenetrable y herméticamente sellada frente al mundo exterior. Pero la realidad es menos idílica para quienes odian los arácnidos: diversos tipos de arañas pueden encontrarse en casi cualquier vivienda. Algunas quedan atrapadas por accidente, otras sólo están de paso, y unas cuantas se sienten tan a gusto bajo techo que deciden instalarse ahí, pasar su vida y hasta ampliar la familia.
Esto no es teoría: en una investigación realizada en 50 casas de Carolina del Norte, Estados Unidos, no se encontró ni un solo hogar sin arañas. ¡Están en todas partes! Especialmente comunes son la malmignatte de las casas y los fílidos. ¿Pero qué hacen ahí, además de asustarnos?
Arañas: inquilinas discretas y beneficiosas
Lo cierto es que las arañas domésticas suelen ser extremadamente discretas y tímidas. Prácticamente ninguna de las arañas que cruzan tu camino en casa será agresiva o peligrosa para ti. De hecho, podrían ahorrarte sorpresas desagradables, porque se alimentan de parásitos e incluso, en algunos casos, de otras arañas.
Por ejemplo, los fílidos no sólo tejen sus telarañas y esperan la llegada del almuerzo; a veces se aventuran fuera para cazar a otras arañas que osan invadir su territorio, disfrazándose de presa para convertir a otro primo arácnido en cena familiar.
Y aunque son depredadoras oportunistas –o sea, se comen cualquier cosa que pase cerca, insectos incluidos–, estas arañas atrapan regularmente organismos indeseables. Piensa en mosquitos portadores de enfermedades: para algunas especies africanas de arañas saltadoras, un mosquito bien cebado de sangre es su plato gourmet favorito. Menuda ayuda, ¿no?
- Devoran parásitos y plagas molestas.
- Algunas comen incluso otras arañas.
- Pueden reducir la presencia de insectos portadores de enfermedades.
¿Miedo a las arañas? No eres el único
Sentir cierto rechazo, o un escalofrío recorriéndote la espalda al ver una araña, es perfectamente natural. Tienen muchas patas y, sí, casi todas son venenosas… pero aquí viene el matiz tranquilizador: la mayoría tienen un veneno tan débil que sería incapaz de causarte problemas, incluso en el improbable caso de que sus colmillos llegasen a atravesar tu piel. Hasta los entomólogos pueden sentir esa famosa aracnofobia.
Algunos valientes arañólogos superaron el temor tras observar y trabajar con estas fascinantes criaturas de ocho patas. Así que, si ellos pudieron, ¡tú también puedes! De hecho, se ha documentado el caso de una profesional del área científica que, tras haber temido toda su vida a las arañas, acabó rendida ante su extraño encanto y curiosidad arácnida.
Y, para la tranquilidad del público: las arañas no tienen ningún interés en perseguirte; prefieren evitar a los humanos, ya que somos mucho más peligrosos para ellas que al revés. Las mordidas, incluyendo las de especies famosas por su veneno potente, como la viuda negra o la reclusa parda, son sumamente raras y pocas veces provocan problemas graves.
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Convivencia pacífica (o cómo no convertirte en villano para la araña)
Si la idea de convivir con una araña te resulta absolutamente insoportable, hay opciones menos dramáticas que la zapatilla justiciera. Trata de capturarla y liberarla en el exterior. Así, tanto tú como la araña podrán dormir tranquilos: ella explorará nuevos territorios, y tú tendrás el salón libre de telarañas (al menos hasta la próxima visita).
Pero, si logras sobreponerte al susto inicial, tener arañas en casa no sólo no es malo, sino completamente normal. De hecho, aunque no las veas, seguirán ahí: son parte de ese pequeño ecosistema que compartimos bajo el mismo techo. Por ello, la próxima vez que te topes con una, prueba adoptar una actitud tolerante. Quién sabe: tal vez hasta te ahorren la picadura de un mosquito.
En resumen: tolerar (o incluso apreciar) a tu vecina arácnida puede ser tu mejor decisión doméstica. Ella sólo quiere vivir… y comerse a esos invitados no deseados que tampoco te hacen mucha gracia.
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Carlos Tafur es periodista formado en la PUCP, con experiencia en redacciones digitales donde aprendió a ir siempre tras la noticia que impacta. En Diario Satélite, lidera contenidos de hot news, finanzas personales, tendencias virales y hechos insólitos. Su estilo directo y su olfato periodístico lo convierten en una voz clave para entender lo que está pasando ahora mismo, ya sea un escándalo político, un dato económico inesperado o una historia tan increíble como real.