¿Quién dominaría la Tierra si desaparecemos? La respuesta que nadie esperaba

18 octubre 2025

Si todos los humanos desapareciéramos de repente, ¿quién podría reclamar el trono de la Tierra? No, no son ni los gatos (aunque lo intentan día a día), ni esos robots que tanto teme la ciencia ficción. Según un grupo de científicos que han mirado más allá de lo obvio, el reinado podría recaer en unas criaturas tan insospechadas como asombrosas: ¡las pulpos! Así que, abróchense los cinturones… y los tentáculos.

La inteligencia tentacular: ¿pulpos civilizadores?

Las pulpos siempre han generado fascinación: desde su capacidad de camuflaje hasta su destreza en escapar de recintos cerrados. Pero lo que no muchos sospechan es que podríamos estar ante una de las criaturas más inteligentes del planeta. El profesor Tim Coulson, de la Universidad de Oxford, lo confirmó al medio The European. Según sus palabras, sus habilidades para resolver problemas, manipular objetos y camuflarse no sólo las ponen en lo alto del ranking de criaturas listas: son señales de que, en un mundo sin humanos, podrían perfectamente evolucionar hasta formar una especie capaz de construir una civilización.

Detrás de esos ocho brazos hay un sistema nervioso descentralizado, que reparte la inteligencia en todo el cuerpo. Como si no dependieran de un solo cerebro para las grandes decisiones de la vida, sus brazos coordinan movimientos independientes, manipulan objetos complejos y reaccionan con rapidez a todo tipo de estímulos. No hay comité, sólo pura independencia. Imagina delegar… pero de verdad.

Adaptación nivel experto

Por si fuera poco, las pulpos destacan por su increíble capacidad de adaptación. Su cuerpo flexible les permite sobrevivir en hábitats muy variados, desde los abismos marinos hasta las aguas costeras. Y ojo: pueden vivir fuera del agua hasta 30 minutos. Una habilidad nada despreciable en caso de que sus charcos desaparezcan o el océano (literalmente) se les quede corto.

Tim Coulson va aún más lejos: con una pizca de imaginación (y visto lo visto, no le falta), opina que estas criaturas marinas podrían, a largo plazo, desarrollar dispositivos similares al equipo de buceo… ¡pero para salir del agua! Si los humanos inventamos el neopreno, ¿por qué no podrían ellos crearse sus propios «pulpo-pulmones»? Así podrían explorar y conquistar nuevos lugares fuera del mar.

  • Sobrevivencia en hábitats extremos
  • Respiración fuera del agua durante media hora
  • Posibilidad de desarrollar aparatos de respiración en el futuro

Aunque es poco probable que lleguen a convertirse en animales totalmente terrestres, sí podrían evolucionar para cazar presas terrestres y ocupar nuevos ecosistemas, si el agua dejara de ser su único hogar.

¿Por qué no los primates?

Durante mucho tiempo, se creyó que los primates, nuestros simpáticos parientes, serían los herederos naturales del planeta. Pero Tim Coulson tiene sus reservas. Aunque tienen habilidades notables, también serían muy vulnerables a amenazas como el cambio climático. ¿La razón? Dependen mucho de comunidades estrechas para sobrevivir, lo que los vuelve menos aptos cuando el caos se desata.

Su sistema social, eficaz en tiempos tranquilos, podría ser su talón de Aquiles en épocas turbulentas. Además, se reproducen lentamente y son presa fácil de depredadores, lo que reduce su capacidad para conquistar nuevos territorios. Frente a esto, las pulpos brillan por su independencia. No dependen de rígidas estructuras sociales para prosperar y, por eso, se adaptan mejor a lo inesperado.

El futuro sin humanos: la era de los cefalópodos

Estos seres de ocho brazos tienen otra ventaja formidable: su autonomía. No requieren comunidades estrictas para sobrevivir. Su capacidad para evolucionar individualmente les da una flexibilidad preciosa en un mundo en constante cambio. Así, podrían prosperar justamente donde otros, como los primates, no lograrían adaptarse a tiempo.

Quizá resulta extraño imaginarse una sociedad gobernada por pulpos, pero la ciencia –y la imaginación de expertos– tiene argumentos. En un planeta trastocado por la desaparición humana, estas criaturas serían candidatas serias al trono de la evolución. Quién sabe, tal vez en unos millones de años, el animal que mire las estrellas lo haga con brazos y ventosas. Hasta entonces, ¡disfrutemos de compartir el mundo con ellas (y aprendamos, quizá, a ser tan flexibles y adaptativos como sus tentáculos)!

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