¿Sabías que los adolescentes dejan de escuchar a sus padres a los 13 años?

3 noviembre 2025

¿Alguna vez has sentido que tus actos, palabras o incluso tus bailes de los 80 ya no captan la atención de tu adolescente? No te lo tomes como algo personal: resulta que, si tu hijo deja de escucharte a los 13 años, la culpa no es tuya, ni siquiera de ese look desfasado. ¡El verdadero culpable es el cerebro!

Un estudio que pone la oreja en el cerebro adolescente

Desde Estados Unidos, y más precisamente desde la muy respetada Universidad de Stanford en California, nos llega una investigación (sí, de las serias, no de las que acaban en memes familiares). Durante varios años, un equipo de investigadores se dedicó a estudiar las profundidades del comportamiento adolescente, indagando qué ocurre en el cerebro cuando nuestros «adorados» chicos de entre 7 y 16 años interactúan con sus madres.

Lo novedoso aquí no es que se analicen reacciones humanas a diferentes edades; eso se ha hecho mil veces, generalmente por psicólogos. La diferencia es que, esta vez, son los neurocientíficos quienes se han puesto las batas blancas para mirar lo que pasa detrás de esa mirada de «tierra trágame» tan característica de la adolescencia.

Así fue el experimento: voces grabadas, cerebros escaneados

La experiencia llevó varios años y fue publicada recientemente en el respetado “Journal of Neuroscience”. Para ello, los investigadores contaron con el apoyo de 46 adolescentes entre 7 y 16 años y, por supuesto, con sus madres (¡madres del mundo, siempre disponibles!). El plan era sencillo pero ingenioso: grabar la voz de las mamás y hacerla escuchar a sus hijos mientras medían la actividad neurológica asociada a esa escucha maternal.

¿El resultado? Tan tajante como inapelable. Mientras los pequeños menores de 12 años mostraban una fuerte reacción ante la voz de su madre, los chicos de 13 a 16 años registraban una actividad neuronal mucho menor al escuchar la misma voz. Sí, la conexión especial que nos mantenía atados al regazo materno parece desvanecerse, o al menos relajarse, en cuanto aparece la temida adolescencia.

Más allá de la sociología: el gran cambio cerebral de los 13

Hasta ahora, los cambios drásticos en el comportamiento adolescente se explicaban desde la sociología: uno crece, se enriquece con otras personas, conoce nuevos caminos y se emancipa, y ya. Sin embargo, esta investigación revela que el cambio no es sólo una cuestión de experiencias vitales, sino que hay un auténtico giro (¡o switch!) en el cerebro a partir de la adolescencia.

  • Desde el nacimiento hasta los 12 años, la voz materna es la cosa más importante para nuestro cerebro. No es solo amor, es biología.
  • Durante los exámenes cerebrales realizados en el estudio, bastaba con que los niños escucharan la voz de su madre para que su cerebro se encendiera como un árbol de Navidad.
  • Pasados los 13 años… la magia se esfuma y son otras voces, fuera del entorno familiar (amigos, profesores, influencers), las que provocan esa intensa actividad neuronal. El cerebro del adolescente empieza a buscar fuera del nido.

Nada de esto ocurre exactamente el día que soplamos 13 velas: es una media, no una alarma programada. Incluso, dependiendo del entorno familiar, la educación, las actividades extraescolares y el ambiente social, esta transformación puede llegar antes… o mucho después. ¡Saludos a los que llamamos cariñosamente “Tanguy”!

Padres y adolescentes: reglas del juego cambiantes

Para padres y adolescentes por igual: ni dramas, ni tragos amargos. Que el adolescente ya no te escuche como antes no significa que te haya dejado de querer de golpe. Es simplemente una cuestión cerebral: su mente empieza a descubrir el mundo, a multiplicar estímulos y a buscar nuevas referencias conforme crece.

Así que, si en algún momento sientes que tus sabios consejos rebotan en una pared invisible, recuerda: ¡es el cerebro, no tú! Y en el fondo, todos pasamos por ahí alguna vez.

Moraleja: Respira hondo, mantén el sentido del humor y sigue intentando. Aunque tus palabras no despierten ya una tormenta neuronal, tu presencia sí que importa… aunque sea para pedir la clave del WiFi.

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