Estas bebidas sabotean tu dieta: descubre las más calóricas y peligrosas

21 octubre 2025

¿Tu copa de vino es una aliada secreta de esas calorías que luchas tanto por evitar? ¡No mires tu vaso con recelo! En este artículo desmontamos los mitos, desenmascaramos a las bebidas más calóricas y te contamos por qué incluso una noche entre amigos puede sabotear tu dieta… y cómo sobrevivir al intento.

¿Por qué el alcohol suma tantas calorías?

El alcohol es, por naturaleza, un gran aliado del azúcar y el etanol, esos dos elementos que disparan la bomba calórica en cada sorbo. Así lo explica Alexandra Retion, dietista-nutricionista y autora de «¿Qué comemos?». Según sus palabras, un gramo de alcohol aporta 7 kcal, lo que lo sitúa casi al nivel de las grasas (que aportan 9 kcal por gramo). El problema es que estas calorías son ‘vacías’: no suman ningún nutriente interesante a tu dieta. Y sí, aunque en el vino hay polifenoles (esos antioxidantes tan deseados), también puedes encontrarlos en las uvas, sin necesidad de emborracharte entre brindis.

¿Cuáles son las bebidas más calóricas y peligrosas?

La fuerza del alcohol es lo que determina gran parte de sus calorías. Cuanto más fuerte la bebida (piensa en gin, whisky o ron), mayor será su carga calórica. Y si te gusta montar fiestas con cocteles cargados de zumos, refrescos, azúcar y alguna que otra chuche decorativa… ¡prepárate para sumar más calorías que en la fiesta de cumpleaños de tu sobrino!

  • Licores fuertes (gin, whisky, ron): auténticas bombas energéticas.
  • Cócteles: mucho alcohol, mucho azúcar y, claro, muchas calorías.
  • Vino y sidra: entre los más ligeros, pero sigue siendo conveniente vigilar la cantidad.
  • Cerveza: su contenido calórico depende del tipo, pero no se queda atrás si el brindis se alarga.

La clave está en el azúcar, conocido culpable tras la epidemia de obesidad, y en el etanol. Además, consumir alcohol abre el apetito (¡bravo!), pero también favorece el almacenamiento de grasas, especialmente en el abdomen. La razón, según Retion, es que el organismo prioriza el consumo de las calorías provenientes del alcohol e impide la quema de grasas, que finalmente terminan almacenándose.

El alcohol y la dieta: ¿hay que prohibirlo?

Imagina que tras una semana de dieta te invitan a un aperitivo… y ahí están: las copas, las risas, y la eterna pregunta de si deberías decir adiós a cualquier gota de alcohol. Alexandra Retion es clara: prohibir completamente el alcohol no es la solución, incluso si estás a dieta. «Es mejor evitar las dietas restrictivas y la frustración. La clave es disfrutar de forma razonable y, si vas a beber, compensar el resto del día para mantener el equilibrio alimenticio», aconseja.

Por ejemplo, si tienes una reunión social, en vez de lanzarte a un zumo de frutas o un cóctel sin alcohol (que puede ser igual o más calórico), modera tu ingesta de azúcar el resto del día. ¿Postre? Mejor saltarlo si ya toca brindar. ¿Merienda dulce? Quizás ese día pueda esperar.

Consejos para evitar las trampas calóricas

  • Elige bebidas ligeras como el vino o la sidra antes que cócteles azucarados y licores fuertes.
  • Toma tu tiempo: saborea la copa, disfruta el momento y limita el número de vasos.
  • ¿Te gusta el vino? No te prives, pero evita llenarte la copa una y otra vez.
  • Compensa esos placeres: si sabes que vas a beber, ajusta el resto de tu consumo de azúcar diario.

En resumen: el alcohol, por su composición, puede jugarle una mala pasada a tu dieta y sabotear tus esfuerzos sin que te des cuenta. La presencia de azúcar y etanol lo convierte en un enemigo calórico potente, sobre todo si le sumas refrescos o extras dulces. Pero tampoco hay que caer en la frustración. Moderación, consciencia y un poco de estrategia pueden ser tus mejores aliados para seguir brindando… ¡pero sin que tu dieta tiemble cada vez que celebras algo!

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